El caso más que la crítica se merece la atención de todos los Salvadoreños y Salvadoreñas y más aún de aquellas personas e instituciones interesadas y encargadas de velar y colaborar en el rescate de la cultura, si bien es cierto que ambos proyectos son positivos tanto el de preservar los vestigios como el de proporcionar a la población sano esparcimiento, es de tomar en cuenta lo más conveniente para la sociedad, partiendo de una mesa de diálogo que permita esclarecer la realidad de lo que existe de acuerdo a los estudios técnicos respectivos y de ahí tomar las acciones más idóneas.
Me tomaría la atribución como ciudadano Salvadoreño, de invitar a ambas instituciones a entablar un diálogo que permita redefinir el uso y futuro de este sitio, sin menospreciar las necesidades inmediatas de la sociedad actual; es menester recordar al pueblo salvadoreño que cuidar y preservar lugares como este es nuestro deber y nuestro derecho, y luego a la sociedad en general a participar más activamente en los aportes necesarios para la conservación de estos lugares que aún en su silencio hablan mucho de nuestro pasado.
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